El Covid-19 espantó a los turistas y los canales de Venecia recuperan su belleza

La otra cara del virus: un ambiente tranquilo, limpio y más lleno de vida que nunca.

La reciente crisis sanitaria que ha causado el COVID-19 a lo largo y ancho de la tierra, es un tema que ha paralizado incluso las economías más solventes del mundo, al estar sucediendo esto simultáneamente en muchos países, se hace necesario parar las actividades para evitar la propagación y ponerle un alto a la enfermedad que está acabando con cientos de vidas diariamente. Sin embargo, dentro de este triste suceso algo está cambiando para bien y como dijo una persona del común ¨es como si la naturaleza hubiera oprimido el botón de inicio¨.

AFP

En china desde el pasado jueves no se presentan nuevos casos de Coronavirus, sin embargo, Italia, el país más afectado de Europa, permanece con más de 60 millones de personas en casa. La medida preventiva de cuarentena decretada se extendió hasta el 3 de abril, debido al aumento de cifras de personas contagiadas y que han perdido la vida.

El mundo se detiene, y la naturaleza pone turbo de velocidad para recuperarse

Italia cerró escuelas, cines, museos y únicamente dejó abiertos supermercados y farmacias, con la esperanza de que el virus no se propague más, incluso el mayor atractivo turístico, el canal de Venecia, fue cerrado para residentes y visitantes. Sin embargo, los Gobernantes nunca se imaginaron lo que pasaría luego de una semana de aislamiento. Por sus aguas, esas que lentamente han movido sus economías desde sus inicios, llegó una buena noticia en medio de la desconsoladora escena que se vive en el país.

Sobre un gigantesco archipiélago está construido Venecia y de un lado para el otro desde épocas de antaño, se han movilizado vaporrettos en el rio Dei Ferali, en Italia, unas embarcaciones que han sido diseñadas para el transporte de pasajeros en el Gran canal de Venecia.

Una gigantesca letra S durante cuatro kilómetros atraviesa la colorida ciudad de casas verticales, en el que a diario cientos de embarcaciones llamadas gondolas, transportan personas sobre los conductos que se tornan opacos debido a la contaminación. Pero que hoy debido al aislamiento prolongado, sus aguas han esclarecido, tanto así que ahora es posible observar el fondo del canal que con la visita de los turistas se había vuelto imposible de ver.

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Sin nadie fuera de casa, hoy tan solo se escucha las pequeñas olas golpeando la zona rocosa que demarca Venecia, el aire limpio que mueve suavemente el cortinaje de las habitadas viviendas y los músicos que desde sus balcones aprovechan para ambientar el silenciosos lugar. Con la cuarentena todo parece recobrar su natural belleza, la lluvia cae sin interrupciones de sombrillas sobre el césped, no hay oscuras oleadas de humo de autos, tabaco e industrias recorriendo la tierra, tan positivo es este proceso que estamos atravesando, que parece que alcanzaramos a olvidar el incesante pito de automóviles en un semáforo.

Un oleaje los lleva de regreso a casa .


Por estos días en cientos de casas se ve películas, se hace aseo y quizás los más divertidos desempolvan aquellos juegos de mesa, que guardaron en el armario que tiene un poco de todo. Y en las tranquilas aguas de Venecia, sin que nadie los intente tocar o acosar, cientos de peces han llegado al gran canal para nadar plácidamente. Algunas voces rompen el silencio y se escucha decir: ¨Mira mamá pescaditos¨ mientras que otras personas desde sus casas hacen cualquier tipo de maromas para lograr captar el momento.

Estas bellas imágenes inspiran libros, pintores pero lo más importante, corazones.


Casi que obligados hemos tenido que dar un paso hacía atrás, pero lo importante es que lo estamos dando y que las especies que hemos puesto a nuestras espaldas estén avanzando es lo mejor que ha podido pasar. Dejemos que peces naden hacía adelante, que canguros y simios salten sobre nosotros y se posen al frente, que reptiles, insectos y demás animales andantes se entrecrucen en nuestras piernas y caminen si quieren a nuestro lado. Finalmente el planeta es de todos y aunque hayamos sido nosotros, los humanos, los que hemos acabado con casi todo, estoy segura que de los animales solo vamos a recibir muestras de amor y lo más loco que podría pasar es que nos dejen observarlos tanto que nos enamoremos de ellos. Como este tierno pequeñín disfrutando del que tal vez fue el hogar de sus abuelos.

Me entristece que esta situación haya tenido que pasar, para que reconozcamos el daño que le hemos hecho al planeta. Esta montaña rusa en la que ha tenido que vivir el mundo durante los últimos 20 años se ha detenido y por fortuna los pasajeros que nos hemos subido en ella sin siquiera pagar el boleto de entrada, hemos tenido que bajarnos. Ahora con los pies en el suelo, debemos pensar en que el mundo se cansó de enviarnos señales como el cambio climático y la extinción de especies, las noticas de amor que fueron dejadas por nuestra madre tierra empiezan a hacerse más severas. Debemos empezar a cambiar nuestros hábitos ya, reconocer que todos tenemos un lugar igual de importante y que de no remediarlo, quizás más adelante las consecuencias serán peores.

Estamos a tiempo, la naturaleza y el reloj se han detenido temporalmente, es hora de devolver un poco de lo que abusivamente hemos tomado.

Fuentes: National Geographic.