Que las marcas sepan que no queremos modelitos de Photoshop, queremos a Riley.
Stuart y Kirsty Baxter siempre soñaron con tener varios hijos y en el 2010 estaban felices de ver su sueño hecho realidad: los médicos le informaron a la joven pareja que estaban esperando a su primer bebé. Desafortunadamente, casi cinco meses después, la peor de las noticias llegó: habían perdido a su hijo por una complicación en el embarazo.
La pareja no sabía como recuperarse de tal golpe, pero con el tiempo vino la serenidad suficiente para volver a intentar ser padres nuevamente.
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Riley, el bebé sonriente llega a alegrar la vida de sus padres.
En el 2013, la noticia de que esperaban un nuevo bebé fue bienvenida y celebrada por Stuart y Kirsty y tras los nueve meses convencionales de embarazo, el pequeño, a quien llamaron, Riley, nació. Pero si bien ver a su hijito por primera vez representaba una alegría nunca antes experimentada en sus vidas, la preocupación se abalanzó sobre ellos y los cubrió con un manto de negatividad, pues después del parto los médicos les informaron a los jóvenes padres que su hijito tenía Síndrome de Down.
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La aprensión que los padres sentían no se debía en lo absoluto a que les disgustara su hijo, por el contrario, para ellos, era un niño perfecto, el más hermoso y sonriente que habían visto hasta el momento, pero sabían que el mundo era un lugar cruel para niños como él, eso era lo que les preocupaba.
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Después de que nos dijeron que tenía Síndrome de Down, lloré, no porque lo quisiera menos, sino porque sabía lo cruel que puede ser el mundo. – Comentó Kirsty, la madre del bebé en una entrevista.
Sin embargo, la vida les demostraría que sus preocupaciones no eran más que eso: pensamientos inútiles sobre aquello que no podemos controlar, pues el destino de este niño era brillante como el sol de verano.
Un niño con un carisma especial.
En los primeros años de vida de Riley, Stuart y Kirsty lo cubrieron de mimos, juegos, besos, abrazos, risas y caricias… creció siendo un niño realmente feliz. Cuando el niño llegó a la etapa de sus primeras palabras, los médicos identificaron en la condición del niño, una especial dificultad para comunicarse a través del habla, por lo que los dedicados y comprometidos padres empezaron a enseñarle el lenguaje de señas para que pudiera emplearlo en reemplazo de las palabras.
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Sin embargo, y aunque fue muy útil el aprendizaje de este lenguaje, rápidamente los padres comprendieron que su hijo tenía un carisma especial y que no necesitaba de las palabras para comunicarse con el exterior, pues sus ojitos centelleantes y su amplía sonrisa lo decían todo: el niño no tenía nada más que amor para dar.
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Todos los familiares y conocidos quedaban prendados de Riley, les encantaba estar con él, pues su alegría era contagiosa.
Del abrazo protector de sus padres a las pasarelas de las marcas más reconocidas del planeta.
Un día, el encargado de realizar el casting para varias productoras de comerciales, se topó con el niño y su familia y quedó fascinado con Riley, por lo que habló con los padres para que le permitieran tomarle algunas fotografías para una campaña de ropa infantil.
Stuart y Kirsty aceptaron de inmediato pues sabían que su hijo iba a enamorar a todo el mundo… y así fue. La campaña tuvo un éxito rotundo y el pequeño de la carismática sonrisa se convirtió en una estrella que las mejores marcas del mundo se pelean por tener en sus comerciales.
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Actualmente en la escuela lo tratan muy bien y todos quieren ser sus amigos, no solo porque es famoso, sino por que cautiva y a trae a las personas como si unos polvos mágicos se hubieran derramado sobre él, cubriéndolo de un brillo y encanto sin igual.
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No queremos ver más modelos perfectos en las revistas queremos a Riley y a otros como él. Abajo los estereotipos, arriba las sonrisas francas y amplias!
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Fuente: Smiley Riley 2014.