Yo quiero una amiga que me dure para toda la vida.
Phyllis Hines y Barbara Noone se conocieron a los once años de edad cuando asistían a la misma escuela. Desde el primer momento hubo empatía entre ellas y rápidamente se volvieron inseparables. Por supuesto, en ese entonces ni siquiera se preguntaron cuánto duraría su amistad ya que a esa edad a uno le suele importar poco el futuro y mucho el presente, por eso no se atrevieron ni a imaginar que estarían una al lado de la otra por muchos, muchos años.
Lejos de ser una relación posesiva, ambas vivieron plenamente su vida de manera individual; las dos encontraron al hombre de sus sueños, se casaron, tuvieron sus bebés, consiguieron buenos empleos, vieron a sus hijos crecer y partir hacia sus propios caminos, contemplaron juntas sus primeras canas y arruguitas, recibieron una al lado de la otra la vejez, se acompañaron en el momento tal vez más difícil, cuando enterraron a sus esposos, primero al de Phyllis y poco después al de Barbara y con décadas tras de si aún permanecen juntas.
Nunca fueron un obstáculo para vivir sus propias vidas, al contrario, fueron un maravilloso y mutuo apoyo. Entre sus apretadas agendas siempre se hicieron un espacio para visitarse y pasar tiempo juntas.
Hoy que ambas han envejecido y están a punto de cumplir 95 años de edad, se reunieron en Denver – Colorado, como es costumbre desde hace 84 años, para celebrar su cumpleaños juntas ya que sus nacimientos distan de tan sólo un par de días.
Juntas emprendieron el camino de la vida, se rodearon de seres queridos, estos como vinieron se fueron y hoy, igual que ese primer día del séptimo grado cuando se conocieron, están la una al lado de la otra, ya no para emprender la aventura de sus vidas sino para culminar de la mano su último viaje y mirar atrás con la nostalgia de los años pasados, pero con el agradecimiento de las experiencias vividas.
Hermosa amistad!