El Alzheimer no afecta la piel, siempre recordará una caricia pero también una herida

La piel jamás olvida.

Fue hasta principios del siglo XX gracias al psiquiatra y neurólogo alemán Alois Alzheimer, que las personas empezamos a comprender la enfermedad de la demencia senil, pues hasta entonces aquellos que la padecieron fueron catalogados de maneras despectivas y crueles, segregándolos, en la mayoría de los casos, por completo de la sociedad.

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A partir de los aportes de otro psiquiatra alemán, Emil Kraepelin, la medicina entonces comenzó a explicar a enfermos y familiares que la demencia se trataba, no de una maldición, sino de la natural pérdida de las células del cerebro, caracterizadas por la no regeneración.

Entendiendo la demencia senil.

Es así como se llega al establecimiento de la demencia senil como la enfermedad que hoy conocemos bajo el nombre de Alzheimer y la cuál catalogamos como una condición neurodegenerativa que afecta las capacidades cognitivas y conductuales de un individuo, especialmente de personas mayores, ya que se presenta en la mayoría de casos, después de los 65 años, aunque no de manera exclusiva, pues se registra individuos con sus síntomas incluso a partir de los 45 años de edad.

Una enfermedad que por siglos se trató equivocadamente.

No obstante el avance de la comprensión médica y social de la enfermedad, los médicos y psiquiatras de tiempos pasados se guiaron principalmente por corrientes anacrónicas que suponían una completa desconexión del individuo con su realidad, llevando al paciente a ser excluido y negado en sus necesidades y más grave aún en su identidad.

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Este trato poco empático y dignificante con el paciente se trasladó al interior de las familias, las cuales trataron, por supuesto con notables excepciones, a los enfermos de Alzheimer como parte del mobiliario de sus casas, se cansaron de obtener respuestas incoherentes cuando les hablaban, se exasperaron de la falta de memoria y finalmente se convirtieron en cómplices del silencio y aislamiento que sus seres queridos enfermos iban adoptando como forma de vida.

La medicina al fin se reivindica con los enfermos de Alzheimer.

Afortunadamente, desde las últimas décadas del XX la sociedad en general experimentó fuertes cambios y cómo no, la medicina también. Estas nuevas corrientes afectaron positivamente a la psiquiatría y en cuanto al Alzheimer, los médicos empezaron a comprender que la supuesta carencia de conciencia y entendimiento de los pacientes, era falsa, pues la apreciación de si mismos, así como sus recuerdos y necesidades, aunque un poco diluidos y confusos, seguían allí, siendo parte activa de sus mentes.

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Estas nuevas ideas permitieron desarrollar técnicas de terapia centradas en el individuo y no en la enfermedad, lo que potencia el trato digno, afectuoso, empático y respetuoso del paciente y familiar con Alzheimer.

Cuando tus pensamientos te confundan y tu voz se haya ido yo estaré a tu lado para escucharte con mis ojos y hablarte con mis abrazos.

Los resultados de los nuevos enfoques han sido maravillosos, pues la mayoría de personas hemos aprendido a relacionarnos mejor con aquellos que padecen dicha enfermedad y las experiencias nos han permitido entender que la única manera de comunicarnos con nuestros seres queridos nos es a través de las palabras, sino que existen diversas maneras de relacionarnos en las que casi siempre el contacto físico juega un papel fundamental en la enunciación y recepción de un mensaje.

Por ello te invitamos a que nunca dejes de ofrecer, una caricia, un abrazo, una mirada o una melodía significativa a tus seres queridos pues estos son poderosos canales del recuerdo y toda persona, aunque ya no pueda expresarse como alguna vez lo hizo, siempre tiene algo que compartir en su interior.

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Con información de: La Mente Es Maravillosa y Wikipedia.