El día que mi hija de 11 años me enseñó a perdonar al hombre que nos abandonó

La inspiradora historia de una madre y su hija liberándose de la sombra de un mal hombre.

Esta historia trata sobre una publicación que nació sin pretensiones, de la simple necesidad de una conmovida madre por expresar el sentimiento que le produjo la maravillosa reflexión que su hija, de apenas 11 años, hizo en el momento en que la vida las enfrentó con la sombra del hombre que, injustamente, un día las abandonó.

La publicación se volvió viral y hoy, por una gracia del destino, llegó a nuestras manos para que se la pudiésemos relatar a ustedes.

Esta es la imagen de la publicación en Facebook, en la cual se puede leer el texto original y que lleva tachado el nombre de la madre para proteger su privacidad. Debajo de la imagen encontrarás el texto de la publicación traducido al español:

Mi hija no había visto a su padre biológico desde que tenía 4 años. Ahora tiene 11. Cuando tenía 2 años, él me contactó y me preguntó si podría permitirle cesar sus derechos paternos, así él podría dejar de pagar su cuota de sostenimiento, yo acepté… quería evitarle a ella el dolor de tener un padre que iba y venía y el sacrificio de su aporte económico bien valía la pena si así lograba evitar que no la volviera a decepcionar de nuevo. A ella nunca le mentí sobre quién era su padre o sobre su paradero… y siempre he contestado a sus preguntas de la forma más adecuada para su edad. Cuando mi hija tenía 4 años, él me contactó y me dijo que había sido diagnosticado con cáncer y que quería verla. Aparté un día y nos encontramos en el parque. Me había pedido dos horas, pero estuvo 20 minutos y nunca más volvimos a saber de él… En el verano nos encontramos con unas personas que lo conocía y comentaron como mi hija se parecía a los otros hijos de él. También nos contaron que se había organizado y que ahora tenía una familia. El estómago se me hizo añicos de pensar en lo doloroso que eso debía ser para mi hija… corté de inmediato la conversación y regresamos al auto para irnos y fue en ese momento que la vi sonriendo. Ella dijo: —Mamá, él descubrió como ser un verdadero papá. Y eso es algo muy bonito. Estoy feliz por sus hijos—. Y ese fue el día que una niña de 11 años me enseñó todo lo que necesitaba saber sobre del perdón

Como editora, estoy agradecida y feliz de haberla leído y de poder compartirla, porque me da la oportunidad de confesar que la reflexión de esta chiquilla me conmovió hasta las lágrimas, no sólo por su profunda sabiduría, sino porque algo similar me sucedió a mi y a mis hermanas con nuestro padre. Fue un proceso doloroso que nos ha hecho la vida un poco más complicada de lo que hubiésemos querido, pero hoy con las heridas cicatrizadas y libres de rencores, sólo deseamos que por fin aprenda a ser un buen padre para sus otros hijos que llenos de expectativa lo miran con sus pequeños ojitos.

Finalmente, pienso que el crédito real se lo llevan las madres que con valentía y sacrificio hacen de mamá y papá y nos dan todo lo necesario para que así nunca echemos de menos a los padres que de forma egoísta decidieron faltar a su deber. Creo que es gracias a ellas que podemos perdonarlos.