No pudieron ir a Disney, entonces su familia llevó el parque de diversiones a casa

El pequeño estaba feliz, nunca se había divertido tanto en un parque como en el que su familia le construyó.

Sam Olsen, es un niño de ocho años con Síndrome de Down que vive al norte de Minnesota, en Estados Unidos, en compañía de sus padres y su hermana mayor de 10 años, llamada Ella. Ambos han creado un lazo de familiaridad bastante especial, pues la pequeña diariamente se esfuerza por cumplir los deseos de su compañero de aventuras.

 

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Utilizar a nuestro favor cada oportunidad que la vida nos presente.

La diferencia de edades no ha sido impedimento para que estos dos hermanos disfruten de divertidos juegos e instantes únicos, sino que por el contrario, eso que algunas personas catalogan como desventaja al momento de la convivencia, ha sido algo que la pequeña Ella, ha sabido llevar muy bien en beneficio de la relación con su hermano.

Ella sabe que ser una hermana mayor es una importante responsabilidad, no solo al momento de cuidarlo, sino también a la hora de hacer que la vida de Sam, sea lo más maravillosa posible. Por eso cuando la celebración de su cumpleaños tuvo que ser en casa y no en Disney World como lo habían planeado porque estaba cerrado al público, la niña hizo todo lo posible por llevar la magia del parque temático hasta donde estaba él.

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Un boleto a la felicidad creado con mucho amor

Según cuenta la mamá de los pequeños, Angela Olsen, Ella pasó alrededor de seis semanas planeando y construyendo la sorpresa para su hermano. Una brillante bienvenida, un carrito de helados con paletas de Mickey, dos playeras que los identifica como ¨hermanos house¨ y hasta cuatro experiencias de atracciones, estuvieron diseñadas para el pequeño Sam.

 

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Una caja de cartón pintada, por su mamá y hermana, en cada cara con una atracción diferente, estaba destinada a ser el vehículo que lo transportaría a su lugar soñado. El día llegó y tal y como lo había planeado Ella, las cosas fueron sucediendo. Sam recibió su tiquete de entrada, observó unos segundos el castillo de Disney y finalmente se dirigió a los juegos mecánicos.

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Sam se subió en el vehículo de cartón hecho por su hermana y posteriormente su padre y un familiar lo sostuvieron en sus brazos, para que el recorrido diera inicio. Frente a un televisor y viendo un video, el pequeño disfrutó al máximo una de las atracciones más divertidas llamada ¨Splash Mountain¨, donde sus progenitores se encargaron de hacer todos los movimientos que se viven en el juego e incluso su hermana, lo salpicó con un poco de agua como sucede en la vida real.

 

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Sus reacciones fueron totalmente bellas y su familia estaba feliz de verlo disfrutar de ese momento, que había sido diseñado por su hermana especialmente para él. Por suerte tiempo después la familia pudo visitar su parque favorito como de costumbre y Sam estuvo tan contento como en casa.

 

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Brindar felicidad a un niño es muy sencillo, pues son tan inocentes y nobles, que cualquier acto hecho para ellos con amor es agradecido de la mejor manera.

Fuente: Teacupsandtwinklelights, Good Morning America.