Con una hermosa idea niñas consiguen un millón de euros para un hospital

Cuando le contó la idea a sus padres se rieron, tres años después salvó cientos de vidas.

Este vídeo no sólo contiene una historia de superación, es también la muestra de que a veces la peor de las situaciones puede traer consigo algo positivo.

Hace ya más de cuatro años Candela se encontraba aburrida y triste, acostada en una camilla del Sant Joan de Déu, un hospital que se había convertido, en el último tiempo, en su hogar. Llevaba ya meses allí, había forjado bonitas relaciones con otros niños que estaban atravesando lo mismo que ella y pasaba los días imaginando lo que se sentiría ser una niña sana, poder salir al parque a recibir el sol, ir a comerse una pizza o un helado, despertar a diario en tu propia cama y no en lugar lejos de tu familia, frío y desprovisto de cualquier tipo de decoración que te hiciera sentirte en medio del calor del hogar.

Candela reflexionaba sobre todos esos niños y adolescentes que se quejaban sin cesar de sus padres, definitivamente estaba segura que no sabían lo que es no poder estar en casa a su lado, bajo su protección.

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Para ese entonces tenía 8 añitos de edad, pero Candela fue, desde muy pequeña, diagnosticada con Leucemia, un tipo de cáncer muy común que ataca los órganos encargados de producir la sangre, ese líquido vital del que dependemos para mantenernos vivos y que se caracteriza por la proliferación excesiva de leucocitos o glóbulos blancos en la médula osea y en el torrente sanguíneo.

En medio de esa tristeza de estar lejos de casa, de sus amigos y de no poder llevar una vida normal, Candela encontró una creativa motivación. Una enfermera al ver que estaba muy triste y lejos de proyectar el fuego que significaba su nombre, se veía pálida, triste y desanimada, se acercó y le mostró algo que cambiaría su vida.

Aquella dulce enfermera le enseñó a hacer una bonitas y coloridas pulseras o manillas, como se las conoce en algunas partes de América Latina. La niña estaba súper emocionada, aprendió rápidamente todos los detalles de la elaboración de las mismas y una vez dominado el arte, fue camilla por camilla compartiendo con su compañeros, que se encontraban tan tristes y aburridos como ellas, su nueva afición.

Mientras su ánimo se recuperaba su tratamiento continuaba. Lo primero que tratarían de hacer los médicos para ayudarla a superar la enfermedad, sería someterla a intensas terapias de radiación. Con ello intentarían evitar llegar a tener que operarla, y en vez de eso atacar el cáncer antes de que este se hiciera más fuerte. El tratamiento aunque largo y muy difícil de sobrellevar poco a poco la hizo sentirse mejor y los exámenes practicados demostraron que la excesiva producción de leucocitos había cedido, Candela podía regresar a casa.

pulserascandela.com

La niña estaba feliz. Luego de unos días de reposo y re-adaptación convenció a su padres de que estaba lista para regresar a la escuela, se moría de ganas de ver de nuevo a sus amigas y mostrarles las lindas pulseras que había aprendido a hacer.

Ellas quedaron enamoradas de la sutil artesanía y le pidieron que les enseñara a hacerlas. Pasaron varías tardes practicando y regalándoles el producto a sus otros compañeros, amigos, vecinos y  profesores y familiares.

Pero en una tarde de taller, Candela volvió a sentirse enferma de nuevo. Con el pasar de los días su estado de salud no hizo sino empeorar y sus padres tuvieron que internarla una vez más en el hospital. Allí los médicos les dieron verdaderas malas noticias.

El cáncer de Candela había vuelto a tomar fuerza, pero esta vez no sería suficiente con la radiación, necesitaría un trasplante de médula ósea el cual debía hacerse por medio de una dolorosa y complicada cirugía. Además, tendrían que esperar a que hubiera un donante compatible para que la niña pudiera recibirlo y recuperarse. la operación y todos los cuidados subyacentes eran muy costosos y los padres de la niña se veían a gatas para poderlos cubrir.

Fue entonces cuando a las amigas de niña se les ocurrió la genial idea de vender las «candelas», nombre con el que habían bautizado las pulseras en honor a Candela, quien les había enseñado a elaborarlas. El éxito fue rotunda y sin que nadie se lo esperara recaudaron vendiéndolas a 3 y 5 euros, una buena cantidad de dinero que pagaría de lejos la operación y los demás gastos de su querida amiga.

Mira en el vídeo a continuación su historia y compártela, no sólo para celebrar el ingenio de estas pequeñas sino para enviar un mensaje de esperanza en el cual se resalta que aunque la noche se oscura, un pequeño rayo de esperanza puede transformarlo todo.

Al cabo de unos meses la chica se sometió a la operación de trasplante de médula, el cual fue todo un éxito. Ahora se encuentra mucho y mejor y parece ser que el cáncer es cosa del pasado. Pero su historia no termina allí, porque la iniciativa de las pulseras tuvo una repercusión tan positiva dentro de la comunidad que desde miles de lugares del país y del continente les hacían llegar a las niñas pedidos incesantemente. Para poder cumplir con todas las ordenes, tuvieron que ampliar su taller, en el cual ahora otros niños con cáncer trabajan como voluntarios.

El dinero recaudado que asciende a más de un millón de euros, ha sido donado al hospital Sant Joan de Déu, donde activamente están investigando para hallar una cura definitiva al cáncer o al menos descubrir tratamientos menos invasivos y difíciles de soportar por parte de los pacientes, máxime cuando de niños se trata.

Si quieres aprender cómo se hacen las pulseras, a continuación encontrarás un vídeo en el cual Candela y su equipo de trabajo, explican pasó por pasó el proceso de creación.

Fuente: pulserascandela.comVozpópuli Redacción